jueves, 30 de mayo de 2013

Textos para la muestra SABATO, SU VIDA, SU OBRA

Cada fotógrafo eligió un texto de Ernesto Sabato, para su obra, estos son algunos de ellos.

SABATO, SU VIDA, SU OBRA

Silvina Cairone
 “—Así se da la felicidad. (…)
—En pedazos, por momentos. Cuando uno es chico espera la gran felicidad, alguna felicidad enorme y absoluta. Y a la espera de ese fenómeno se dejan pasar o no se aprecian las pequeñas felicidades, las únicas que existen”.
Sobre Héroes y Tumbas

Horacio Callegari

- Sabato?...
- Sí!...
- "Lo llamo para decirle que me hizo
trabajar en su novelón sin pagarme,
sería mejor que escriba un informe
sobre palomas, en lugar de ese
retórico discurso sobre no videntes"
Abaddón el exterminador



Gustavo Derfler
 “Tal vez a nuestra muerte el alma emigre” se repetía  Martín mientras caminaba. ¿De dónde venía el alma de Alejandra? parecía sin edad, parecía venir desde el fondo del tiempo. “Su turbia condición de feto, su fama de prostituta o pitonisa, sus remotas soledades.”

Sobre Héroes y Tumbas


Dan Fogwil
"...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío"
El túnel.
Eyelén Giacobbe
Eterno Retorno
El paisaje se repite cada vez que se ha dado una vuelta en la calesita. Desde luego es necesario que haya un paisaje permanente para que la repetición se pueda realizar. El eterno retorno implica una eternidad o, mejor, “un paisaje fuera del tiempo”. Como en el Timeo, el tiempo habría sido hecho junto con los cuerpos que giran, para dar una imagen móvil de la eternidad.


Uno y el Universo
Carla Guasconi

…Llegué a la estancia a las diez y cuarto. Detuve el auto en el camino real, para no llamar la atención con el ruido del motor y caminé. El calor era insoportable, había una agobiadora calma y sólo se oía el murmullo del mar. Por momentos, la luz de la luna atravesaba los nubarrones y pude caminar, sin grandes dificultades, por el callejón de entrada, entre los eucaliptos. Cuando llegué a la casa grande, vi que estaban encendidas las luces de la planta baja; pensé que todavía estarían en el comedor.
 Se sentía ese calor estático y amenazante que precede a las violentas tempestades de verano. Era natural que salieran después de comer. Me oculté en un lugar del parque que me permitía vigilar la salida de gente por la escalinata y esperé.”

“…De pie entre los árboles agitados por el vendaval, empapado por la lluvia, sentí que pasaba un tiempo implacable. Hasta que, a través de mis ojos mojados por el agua y las lágrimas, vi que una luz se encendía en otro dormitorio.
Lo que sucedió luego lo recuerdo como una pesadilla. Luchando con la tormenta, trepé hasta la planta alta por la reja de una ventana. Luego, caminé por la terraza hasta encontrar una puerta. Entré a la galería interior y busqué su dormitorio: la línea de luz debajo de su puerta me la señaló inequívocamente. Temblando empuñé el cuchillo y abrí la puerta. Y cuando ella me miró con ojos alucinados, yo estaba de pie, en el vano de la puerta. Me acerqué a su cama y cuando estuve a su lado, me dijo tristemente:
— ¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Poniendo mi mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí:
—Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.
Entonces, llorando, le clavé el cuchillo en el pecho. Ella apretó las mandíbulas y cerró los ojos y cuando yo saqué el cuchillo chorreante de sangre, los abrió con esfuerzo y me miró con una mirada dolorosa y humilde. Un súbito furor fortaleció mi alma y clavé muchas veces el cuchillo en su pecho y en su vientre.
Después salí nuevamente a la terraza y descendí con un gran ímpetu, como si el demonio ya estuviera para siempre en mi espíritu. Los relámpagos me mostraron, por última vez, un paisaje que nos había sido común”


Fragmento de El Túnel, de Ernesto Sabato, Cáp. 25 y 26


Gabriel Massera
“Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección.”


Sobre Héroes y Tumbas

Stella Maris Leone Geraci
“Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1º Dios no existe.
2º Dios existe y es un canalla.
3º Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadilla son nuestra existencia.
4º Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5º Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6º Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
7º Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es presuntamente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso…… Ahora bien: Mahoma pensaba, como algunos de estos gnósticos, que Jesús era simple ser humano, que el Hijo de Dios había descendido a él en el bautismo y lo abandonó en la Pasión, ya que si no, sería inexplicable el famoso grito: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y cuando los romanos y los judíos escarnecen a Jesús, están escarneciendo una especie de fantasma. Pero lo grave es que de este modo (y en forma más o menos similar; pasa con las otras sectas rebeldes) no se ha revelado la mistificación sino que se la ha fortalecido. Porque para las sectas cristianas que sostenían que Jehová era el Demonio y que con Jesús se inicia la nueva era, como para los mahometanos, si el príncipe de las Tinieblas reinó hasta Jesús (o hasta Mahoma), ahora en cambio, derrotado, ha vuelto a sus infiernos. Como se comprende, ésta es una doble mistificación: cuando se debilita la gran mentira, estos pobres diablos la consolidaban.
Mi conclusión es obvia: sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas. Y ese gobierno se hace mediante la Secta Sagrada de los Ciegos. Es tan claro todo que casi me pondría a reír si no me poseyera el pavor.”

Del libro, Informe sobre ciegos


Mariela Piccirilli

A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad.

Un túnel

Lucas Rodríguez

“Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo. Habrá siempre una mujer tal que, aunque el Universo se derrumbe, estará preocupada por su hogar”

Uno y el universo

Natalia Soledad
En 1991, cuando Sábato cumplió 80 años, volvió a contactarse con su amigo. Aguerrebere lee al teléfono una parte de esa carta: “Acá encuentro una carta de él firmada en Santos Lugares, donde vivía y donde lo están velando. Es del 24 de junio del 1991 y dice: ‘Cumplo hoy 80 años, querido Rubén... Mi vista me impide la lectura, excepto en grandes letras y en dosis homeopáticas. Escribo a máquina gracias a la memoria digital. Antes, Matilde era mi lectora, pero hace cinco años que está muy mal, y eso se acabó. ¡Cuántas cosas se han acabado! Un fuerte abrazo... Ernesto Sábato.

Carta a un joven escritor




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