Una mujer
ella calla
desde ese día, siempre calla
dicen,
que ya no tiene la lengua insolente del principio
dicen,
que hablar, cantar, gemir...
forman parte de lo prohibido
ella
tiene ojitos apenas,
dicen que sin luz, yo sé que miran pero no ven
ella ella ella
la que engendró gorriones muertos ¿en su vientre?
la que se dejó encadenar a cualquier cama
por el íncubo atroz
la que simuló su muerte
la que simuló su vida
ella
no sabe aún
(quizá nunca lo sepa)
que cien mares de alondras
danzarán en su alma
cuando su cuerpo de arena
descorra por fin, con sus alas
las cortinas.
Beatriz Argüelles. Argentina
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