jueves, 6 de marzo de 2014

Priscila Peralta, Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer 2014

A diferencia de venus, yo tengo la luna
Hoy, mis pies recibieron una cálida invitación para salir a caminar por las calles céntricas de un querido lugar (que cuando quiero puede ser la ciudad misma). Mi ser buscaba una aventura, para recorrer las ferias que se instalan en las calles de alto tráfico verbal o para tambalearse por las veredas mojadas de una taza de café. Quise yo, disponer mi cuerpo para una ocasión así de memorable e irrumpir con voraz sutileza cada poro de mi piel con perfumes y aromas místicos, pero entonces, el viaje hubiera acabado pronto. Así que mi cuerpo y yo nos hemos citado hoy para disfrutar de un frágil momento, frágil por la crueldad del ojo vigía que impide nuestra fiesta nocturna en medio día, frágil porque mis pies deben huir para no tropezar con las torpezas de quien no entiende de versos inhalados, de palabras susurradas entre parpadeos de encubridoras bocas (de mi boca anhelante y de mi boca amante), frágil porque estas citas deben terminar aun antes de que empiecen; más es la fragilidad de las circunstancias la que nos extiende una bella soledad para hacer nuestro este instante.
Mis ojos tiemblan entre imágenes ajenas a lo que es correcto vivir, mis manos se aferran al aire de un vaivén lujurioso y reprochable, mis uñas se conmueven en la ausencia de signos rojos y divertidos lunares que recuerdan haber tejido y cruzado, cuando el viento soplaba en todas direcciones y aceleraba el temblor y las palpitaciones.
Mi boca se abre y rechina, como gran portón por donde entra y sale un ladrón a sus anchas, pronuncia acciones imposibles y húmedas que trascienden con prontitud pues las distracciones ajenas al amor propio invaden con pasos y prisas.
Estos brazos, mis brazos, se fortalecen ante la insistencia de estos fútiles pensamientos, de este placer terco e imaginario que me ha atrapado entre pasamanos y sábanas, entre juegos y duchas largas, en las que mi propia piel ha sido la fruta que he devorado con dulzura y voracidad.
Por hoy la cita se ha consumado. Mi cuerpo y yo estamos inquietos, acelerados… Mis pies se han posado en la fría realidad y ahora, Venus llora conmigo al ver que la Tierra no es más que un lugar donde te dejas mojar por las aguas pero te hundes cuando estas se van.

Priscila Peralta, Ecuador


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