lunes, 10 de marzo de 2014

Lidia Kelly, Festival Internacional de Poesía Grito de Mujer

Por todas nosotras
El padre le decía que se calle la boca cada vez que quería opinar, y ella sumisa bajaba la vista a sus pequeños pies enfundados en eskipis  rosas, que odiaba y callaba.
En su segundo grado de primaria le exigían que se comporte como una señorita en los recreos, nada de correr, o jugar brusco, nada de parecer una marimacha, y ella soportaba estoica los empujones y bravuconadas de los compañeros varones, reteniendo las lágrimas.
En las clases de gimnasia todas debían lucir bonitas, y espigadas, con sus uniformes femeninos  y el cabello sujeto con una incómoda vincha. Los varones por un lado, las niñas por el otro, ellos jugueteando y transpirados, divertidos en sus equipos, ellas lo más discretas posibles para no llamar la atención, comportamiento indigno de una dama.
En la adolescencia debía cuidar el largo de la pollera, el escote y al hermanito, ellos seguían jugando y transpirando en equipo.
-Y debes levantar la mesa, y colgar la ropa y ayudar a tu madre…y ser una buena niña que de grande sino,  no te querrá nadie.-
Se recibió, se casó y tuvo hijos, y cuidó ese padre en sillas de ruedas, el que no la dejaba hablar. Fue sostén de la casa cuando el marido quedó sin trabajo, y cortó madera a hachazos para encender un fuego en invierno  como una marimacha, cuando no hubo dinero para pagar el gas.
Jamás se calló la boca, cuando tuvo que defender su familia, conseguir un alquiler más barato, o conseguir atención médica. A brazo partido enfrentó la vida con todas sus dificultades y pérdidas.
Lloró muchas noches de impotencia y soledad, ante la injusticia de no lograr ese asenso destinado al hombre, de soportar  el acoso de la mirada socarrona masculina, de ser la fuerte entre los débiles.
Y aprendió a jugar en equipo, a transpirar la camiseta y a divertirse sin estar pendiente  de la mirada juzgadora.
Al subirse al tren todos los días no le importó si era gorda o flaca o tenía el cabello perfectamente en orden, solo sabía que debía llegar a su trabajo a tiempo, al colegio del hijo a la salida, y que le sobraran fuerzas para atender su casa a la noche. Con amor lo hizo todo. Ella, el sexo débil.
Ser mujer sigue siendo un reto, la violencia se esconde en los mandatos, en la economía mundial, en el varón que tenemos al lado; la violencia acecha con palabras y gestos, y hasta con silencios. ("La mujer es el negro del mundo" John Lennon.)
El mandato era otro, su elección fue: su fortaleza, y como ella, miles de mujeres asumieron un doble rol en la vida, mirando hacia adelante, perdonando hacia atrás, comprendiendo que SI hay un rincón en el mundo que  se pueden cambiar y  es ese, ELLA MISMA!
POR TODAS NOSOTRAS.!
Lidia Kelly, Argentina


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